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Para mí hacer cine lo cambia todo, esa es la razón por la que he hecho al cine el trabajo de mi vida. Akira Kurosawa

El conocimiento nos hace responsables. Ernesto 'Che' Guevara

Difundiendo el conocimiento, creando redes de trabajo colaborativo y apoyando los sectores culturales.

“Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca a las circunstancias y las crea si no las encuentra”. George Bernard Shaw.

Gestión Cultural y Emprendimiento, las áreas que se convirtieron en piedras angulares en el proceso de consolidación de proyectos locales que están creciendo.

Producción Audiovisual y Conciertos, dos pasiones en un solo sitio.

Tenemos la obligación con nosotros mismos de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta.

domingo, 9 de junio de 2013

Las Sagradas Fiestas del Consumo




 Navidad y “Las Sagradas Fiestas del Consumo”

Colombia. Noviembre, preámbulo de incesante masa de homo sapiens “sapiens”, que se  disponen a ahorcar sus propias necesidades, abriendo sus bolsillos, pidiendo prestamos aun cuando la tasas de interés sobrepasan las del resto de Latinoamérica, en nombre de una fiesta de origen pagano. Que reconfiguraron, amoldaron e implantaron en nombre de eliminar el politeísmo, pero por sobre todo, para indoctrinar progresivamente a la sociedad. La indoctrinación, a veces denominada adoctrinación, son prácticas educativas y de propaganda usadas por las élites dominantes como medio de control social no explícitamente coactivo. Implantar el cristianismo ha sido la tarea más difícil de occidente en cuanto a dogmas refiere. Les tardo más de 1500 años que esta denominación se estableciera en las principales naciones y posteriormente en sus colonias.

Para quien desconoce las relaciones astrológicas y astronomicas de la navidad, aquí va un breve resumen histórico:

La celebración de la Navidad surgió de la influencia de las fiestas paganas en honor del dios Sol. Este astro, ha sido objeto de adoración principal por las más grandes y antiguas  civilizaciones. Su adoración se debe a que las sociedades antiguas, por ser agrarias, su punto álgido de producción era en primavera cuando el sol estaba en mejor posición para favorecer las siembras. Pero el inicio de ese ciclo vital se producía durante el solsticio de invierno 21-22 de diciembre, el momento en que los días eran más cortos y era necesario elevar las plegarias al cielo para que el astro rey propiciase el crecimiento de los cultivos. Así pues, caldeos, egipcios, persas, sirios, fenicios, cananeos, griegos, romanos e hindúes, además de las culturas orientales y las precolombinas, celebraban en diciembre el nacimiento de su dios solar para representar los ciclos de la naturaleza.

No es de extrañar pues que la nueva deidad cristiana –Jesucristo– se sumase a los conocidos dioses solares Osiris, Horus, Apolo, Mitra o Dionisos. Y tampoco es casualidad que la fecha de la Navidad se estableciese en el mismo día que los romanos festejaban el “Sol Invictus”, el Nacimiento del dios Sol Invencible. Entre estas creencias paganas festejadas en el solsticio de invierno, existían algunas que guardaban una especial similitud con la actual celebración de la Navidad y de las cuales recogió ésta muchos elementos.
El dios Mitra, adorado en Irán desde el año 1000 a. C., cargaba con los pecados y expiaba las culpas de la humanidad. Muchos siglos antes del nacimiento de Cristo, Mitra había nacido de una virgen el 25 de diciembre, en una gruta, y había sido adorado por pastores y magos. En vida curó enfermedades y propició milagros, también fue perseguido y muerto, y al tercer día resucitó.

En Grecia el culto a Dionisos se repartía en cuatro festividades. Dos de ellas en el solsticio invernal y otras dos en primavera. Las primeras marcaban el nacimiento de la deidad y las primaverales establecían la resurrección de la naturaleza. Este ciclo sería el que años después adoptaría el cristianismo para situar el nacimiento de Cristo en diciembre y la Pascua de Resurrección en primavera.

Los romanos por su parte celebraban también las Saturnalias, fiesta en honor a Saturno establecida desde el año 217 a. C., que se caracterizaba por sus festejos y banquetes. Las clases sociales se abolían y los señores servían a los esclavos, las actividades públicas cesaban al igual que todos los oficios, y se estableció la costumbre de intercambiar presentes. Es obvio que estas características fueron absorbidas por el naciente culto cristiano.

También el antiguo Egipto influyó con sus aportaciones a la Navidad. La diosa Isis quedaba embarazada milagrosamente en el mes de marzo y daba a luz a su hijo Horus a finales de diciembre. Éste era una divinidad muy relacionada con el Juicio Final, ya que era quien presentaba las almas ante su padre, Osiris.
Pero de todas ellas, la más importante era la mencionada “Sol Invictus” que además de en Roma, era celebrada también por los pueblos celtas. Estos últimos ofrecían sacrificios a los dioses y según la tradición druida se colgaban cabezas de oso –o de guerreros enemigos– en el árbol sagrado que luego constituiría el famoso árbol de navidad.

Mientras, en Roma, el 25 de diciembre, cuando las noches eran más largas y frías, se rendía culto al dios sol, representado por un recién nacido, para pedir un nuevo año de luz y calor. La Iglesia aprovechó las similitudes festivas para promulgar la importancia del nacimiento de Dios.

Era lógico que el nacimiento de Cristo se estableciese en esta fecha, igualándose en tradición y pompa a las más conocidas fiestas paganas, de las que sin duda, tomó muchos de sus elementos. Pero esta datación no sucedería hasta el siglo IV tras años de disputas y controversia entre las distintas iglesias cristianas.
¿Nació Jesús un 25 de diciembre?

La elección de una fecha para celebrar el nacimiento de Cristo provocó enfrentamientos durante años.
En el siglo II los cristianos todavía no celebraban el nacimiento de Cristo, sólo se conmemoraba la Pascua de Resurrección. Pero durante el siglo siguiente comenzó a tomar fuerza la idea de celebrar también el nacimiento del Hijo de Dios. La tarea era complicada, ya que los Evangelios no aportaban datos suficientes, y en el antiguo Oriente era muy extraño que los padres recordasen la fecha de nacimiento de sus hijos o parientes.

Clemente de Alejandría (150 – 215) propuso la fecha del 25 de mayo, la más coherente con los textos bíblicos, pero el papa Fabián (236 – 250) establecería como sacrilegio el intentar fechar el nacimiento del Nazareno. Tras años de disputas comenzó a extenderse la idea de que Jesús debía haber nacido en el mes de marzo.

Tal suposición se apoyaba en el Evangelio de Lucas: “Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso....”, ya que si los pastores cuidaban los rebaños y dormían al raso debía tratarse de una noche de primavera. Era imposible, por las lluvias y el frío del invierno, que en Belén los pastores estuviesen con su ganado en el mes de diciembre.

Otras Iglesias cristianas no católicas fijaron la conmemoración de la Navidad el 6 de enero, ya que sí era posible que Jesús hubiese nacido en esa fecha si se situaba su nacimiento en Oriente Medio, en vez de en Judea, donde el tiempo era más cálido en enero. Con el mismo argumento, las Iglesias orientales, egipcias, griegas y etíopes fijaron el natalicio el día 8 de enero. Eutiquio, patriarca de Alejandría, todavía defendía este argumento en el siglo X d. C.

Argumentos aparte, las fechas del inicio de enero, fueron las primeras en las que se celebró la Navidad. En esta decisión, sin duda, tuvo mucho peso el hecho de que en la Alejandría egipcia –cuna en muchos aspectos de la doctrina cristiana– se celebrase en esos días el festival en honor a la diosa Isis y el nacimiento de su hijo Aión, personificación de Osiris. La celebración incluía vigilias y plegarias, tras las cuales los fieles bajaban a una cripta donde retiraban la estatua de un recién nacido con marcas de una cruz en la frente, manos y rodillas.

Pero nuestra actual celebración de la Navidad el 25 de diciembre no tuvo lugar hasta el siglo IV. Los mitos solares ya habían sido identificados con el nuevo salvador cristiano, y dado que la tradición romana había asimilado el culto al dios Mitra, y celebraba el nacimiento del Sol en esa fecha, Jesús habría de nacer en el mismo momento que todos los dioses solares lo habían hecho, durante el 24-25 de diciembre, en medio del Natalis Solis Invicti romano.

El primer texto que relaciona la natividad de Cristo con la festividad romana, del escritor romano Cipriano relata:

“¡Oh, que maravillosamente actuó la providencia, que en el día en el que nació el Sol... Cristo debía nacer”
La fecha se tornó inmutable bajo el pontificado de Liberio (352-366) y se oficializó con el papa Julio I, en el año 345. Casi dos siglos después, en el año 529 el emperador Justiniano declaró la fecha como día festivo. Con la instauración de la navidad se recuperó en occidente la celebración de los cumpleaños, aunque en muchas parroquias europeas no se comenzaron a registrar las fechas de nacimiento hasta la Edad Media.
En cualquier caso, y aunque la fecha ya hubiese sido fijada, las especulaciones continuaron durante siglos. El papa Juan I (523 –526) encargó una investigación al monje Dionisio el Pequeño, que concluyó que la fecha era exacta y correcta. De aquí derivó que la edad de Cristo a su muerte era de 33 años, dato confirmado erróneo con posterioridad, ya que Jesús nació en el año 7 o 6 a. C. De la fecha exacta no existen aún hoy indicios relevantes.

En un principio la festividad navideña tuvo un carácter humilde y campesino, pero a partir del siglo VIII comenzó a celebrarse con gran pompa litúrgica, al igual que en la Iglesias orientales, aunque estas mantuvieron y mantienen la festividad del nacimiento de Cristo el día 6 u 8 de enero.

Hannukah, una fiesta judía
En diciembre, el tercer mes del calendario judío, se celebra el Hannukah, una fiesta que recuerda la independencia del pueblo hebreo. Esta festividad comienza el día 25 de diciembre (tercer mes del calendario judío) y dura ocho días. También se la conoce como la fiesta de las luminarias.

El Hannukah contiene aún hoy elementos que datan del siglo XVII a. C. Por aquel entonces sucedieron los hechos que recoge el A.T. en el libro de los Macabeos.

Los judíos, siguiendo a los hermanos Macabeo, se rebelaron contra el poder sirio al que vencieron, pero su templo fue destruido. Cuenta la historia que solo quedaba en el templo arrasado un poco de aceite que permitiría que la lámpara no se apagase durante una noche. Pero el aceite duró ocho días.

En este hecho se basa la fiesta del Hannukah. Los judíos conmemoran esas ocho noches en las que el pueblo consiguió abolir al poder opresor. Por eso es tan importante el simbolismo de las velas y el aceite en la religión judía.

Durante los días de la celebración se encienden ocho velas (una por noche) que se colocan en una lámpara. Todas las casas brillan con estas luces situadas en las ventanas, puertas o exteriores.
El aceite adquiere una importancia especial para la cocina. Los platos y postres tradicionales de esta festividad rezuman el aceite de su fritura.

Una curiosa tradición de esta fiesta es un juego llamado dreidel. Niños y adultos juegan con un trompo de cuatro lados apostando un número determinado de monedas, que simbolizan el dinero que los macabeos acuñaron tras su victoria, en el primer estado independiente judío.

El principio de año, dada la diferencia de los calendarios, se celebra en el mes de septiembre. El año nuevo judío comienza con diez días de expiación penitencia, tras los cuales remata la festividad en el día más importante de la religión hebrea, el Yom Kipur.

El día de año nuevo - Rosh Ha-shaná- se hace sonar un cuerno de carnero para invitar a la gente al arrepentimiento. La gente, en la antigüedad, con frecuencia en año nuevo, hacía ruido para así ahuyentar a los demonios; los judíos transformaron esta práctica en hacer sonar el cuerno para prefigurar el momento en que Dios destruiría al demonio en el mundo, “sopla el cuerno del carnero y ven con los torbellinos”. En ese momento, se dice en los versos supremos, que Dios reinará sobre toda la tierra, puesto que es ahora el rey de aquellos que lo aceptan en un compromiso que se renueva con la llegada del nuevo año.

¿Quienes eran los reyes magos?
La tradición sobre los reyes magos tardó siglos en forjarse tal y como hoy la conocemos.

“Por entonces unos sabios de oriente se presentaron en Jerusalén... Se pusieron en camino, y la estrella que habían visto en Oriente los guió hasta donde estaba el niño... Abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalo oro, incienso y mirra... y regresaron a su país por otro camino.”

Aunque tradicionalmente se había considerado que los magos provenían de Persia y eran sacerdotes del antiguo culto de Zoroastro -Zarathushtra–, esta cita del Evangelio de San Mateo era toda la información que se poseía en el siglo III sobre los magos de Oriente.

¿Cómo sabemos entonces que los magos eran tres, sus nombres, su edad o su raza? Los datos del texto bíblico eran tan escasos, que la tradición tuvo que recrear, a través de los siglos, la legendaria historia de estos personajes.

Existen algunas representaciones artísticas de los magos –del siglo III– en las que sólo se mostraba a dos varones, que más tarde se convertirían en cuatro. La evolución fue rápida. En pocos años, las escenas de la adoración de Cristo incluían seis, ocho o diez magos. Para los cristianos armenios, los magos habían sido doce, y para los coptos, sesenta.

A pesar de la controversia, la tradición cristiana occidental propuso que los adoradores habían sido tres. Esta idea tomó fuerza gracias al pensador Orígenes, que defendía que los tres regalos citados en el Evangelio señalaban la existencia del mismo número de individuos.

Hasta este momento se había considerado a nuestros personajes como magos, siguiendo el Evangelio, pero esto también habría de cambiar. Basándose en un texto de los Salmos que rezaba: “los reyes de Tarsis y de las islas le ofrecerán sus dones, y los soberanos de Seba y de Saba le pagarán tributo...”, Tertuliano (ca. 160 – 220) afirmó que los magos eran Reyes de Arabia y Saba, en Oriente.

En el Evangelio armenio del siglo IV aparecen por primera vez sus nombres. Melkon como rey de los persas, Garpar como el rey de los indios y Baltasar, el rey de los árabes. Así pues, los desconocidos magos provenientes de lejanas tierras, adquirieron además de nombre propio, un nuevo linaje real. Dejaron de representarse en los templos como sacerdotes de Zoroastro y comenzaron a portar la corona real.

La leyenda aún no estaba completa. Beda el Venerable (673 – 735) se atrevió a otorgar a los reyes algunas cualidades más: “Melchor, un anciano de larga cabellera cana... ofreció el oro... Gaspar, joven, imberbe, de tez blanca y rosada, honró a Jesús ofreciéndole incienso... Baltasar de tez morena, testimonió ofreciéndole mirra...”

A finales de la Edad Media, algunos comentaristas como Petrus de Natalibus, aportaban las edades de los reyes, 60, 40 y 20 años respectivamente. El más joven, Baltasar, que siempre había sido blanco, cambió de color en el siglo XVI. La nueva apariencia se debió a que la Iglesia, por motivos evangelizadores, decidió identificar a los reyes con los tres hijos de Noé y las tres razas que poblaban el mundo en Europa, Asia y África.

La leyenda de los enigmáticos magos siguió creciendo, aún más, con el paso de los siglos. Tras despedirse del Niño Jesús, se convirtieron en viajeros hasta llegar a la India, donde el apóstol Santo Tomás les habría bautizado y nombrado obispos. Dedicaron el resto de su vida a la evangelización y a su muerte, fueron inhumados en un mismo sarcófago.

Según diversas tradiciones, la emperatriz santa Elena, encontró sus restos en Saba –cerca de la actual Teherán–, y los trasladó a Constantinopla. De esta ciudad fueron enviados a Milán. En el año 1164 la ciudad fue saqueada y las reliquias viajaron a Colonia, donde en el siglo XIII se construyó una catedral en su honor.

Los supuestos restos se encuentran en una urna de oro y piedras preciosas del siglo XII. Pero en este punto existe controversia. Un siglo después Marco Polo aseguraba que en Saba se veneraban sus cadáveres incorruptos.

Desde el reciente siglo XIX los niños escriben cartas a los Reyes Magos, quienes les premian con regalos. El último dato que conocemos es que en 1903, el cardenal de Colonia devolvió a Milán una parte de los huesos de los supuestos Magos que, según la tradición aún conservan sus coronas. Quizás la leyenda aún no haya terminado de forjarse.

Una vez asumida una posición crítica con datos y relaciones históricas de los eventos, damos un vistazo a la sociedad colombiana contemporánea y se nos da clara visión de la perdida de los supuestos valores cristianos una vez infundidos. Hoy todavía se ve grandes tomas de decisiones en el vaticano, en cuanto a medidas de aceptación de hechos y elementos que condenaron por siglos. Eso manifiesta su afán adaptativo a una sociedad posmoderna que dejo de importarle las tradiciones en sí mismo,  su significado histórico, y están absorbidos por los medios masivos. Desencantados con el mundo de hoy y no muy adheridos a un futuro ya no tan asombroso aunque incierto, son hombres que perdieron la fe, su Dios murió entre el marketing y la santería, entre un licor barato y las cada vez más accesibles drogas. Colombia con predominación católica apostólica, aunque con un cristianismo protestante acelerado por su política de “cualquier garaje puede o es iglesia” ha ganado adeptos, en sí, podemos decir que verdaderos cristianos no coexisten con fluidez si están aferrados a un sacro lugar de adoración. En las enseñanzas de su propia mesías y sus numerosos discursos, siempre mostro a todos que el camino a la verdad y el prójimo estaban en cualquier lado. Tal vez las metáforas y el lenguaje se entendió literalmente en la mayoría de casos dejando a los “siervos de Dios” sin un entendimiento puro de su propio texto guía. Otro problema asociado al nivel intelectual de las clases bajas o mal educadas.



Mi afán acá no es crear controversia con las paradojas dadas al hombre por esta religión u otras, solo exponer mi concepto y mi posición de porque no ha de celebrarse la navidad si no se es netamente cristiano. La hipocresía en ideales políticos, estratégicamente son aceptables, pero en lo que es la estructura filosófica de lo que es un modelo a seguir y las tradiciones involucradas no lo es, por eso me da asco y me parece patético  tales celebraciones sin coherencia. Creen que se les dará mas fácil la redención poniendo luces de  colores y adornos? He preguntado eso, y lo más frustrante es que me responden sabiendo que es solo eso. Una fiesta de adoración. Al trago? Al sexo vacacional? Tirarse al consumo máximo porque el tiempo se nos agota cada día y pensamos formas de acumular horas y darse al ocio después de un arduo año de labores?.  Hoy día se da un supuesto rito al cuerpo y la liberación personal. Pero occidente sí que tiene formas de entender los términos, ¿no es verdad?. No podemos culpar a toda la sociedad por estar en la influencia de que los objetos son los dadores de placeres y felicidades. Son llaves a algo que realmente no necesitan.

Para tal efecto de compresión daré una muestra de un fragmento de la filosofía del Taoísmo:

“La gran mayoría de las personas
qué vacía y mal se siente, es porque usa
las cosas para deleitar su corazón,
en lugar de usar su corazón para
disfrutar de las cosas.”

Una visión coherente si seguimos una línea de análisis psicológico y entendemos que todo está en la concepción de la mente respecto a las cosas.

Acaba  navidad,  luego el año nuevo, otro deprimente acto que deja a la sociedad muerta el primer día del año. Espero fumen, se alcoholicen, se depraven, así podre ser mas critico cada día con su insignia, su cruz, su credo. NO CRITICO SU DIOS, SU MESIAS, SU LIBRO GUIA. Los critico a ustedes que son los que asesinan a los hombres y sus corazones, a ustedes que sepultan con incansable fuerza el intento de hombres que entendemos el origen de muchas cosas. A aquellos cuya conciencia si se adhieren los males que verdaderamente existen y de los que no seremos exonerados si no en la tumba cuando nos petrifiquemos. Que con, o sin un mas allá dedicamos mejor nuestra vida, tiempo a nosotros mismos y a entender la magnificencia de la esencia que trasciende la materia y los conceptos que percibimos y creamos de esta existencia tan insignificante.

“el peor error del hombre religioso es creer que tiene la verdad y su guía fue revelada por Dios, aunque aun mas decae quien dice aborrecer con voz de sentencia a estos hombres, cuando al final se dejar sumergir en las intrínsecas interacciones de estos dogmas y sus tradiciones”


Juan S. Salazar.
Noviembre 2010

(Fuentes varias)


El Canto Del Sanyasin

Buscando entre mis archivos por material para publicar, encontré este escrito de Swami Vivekananda, un hermoso poema del ser y la realidad. Mi inevitable atracción por el estudio y el conocimiento de las culturas milenarias y su sabiduría es bien conocido por quienes me rodean, y pese a no pertenecer yo a ningún movimiento, secta, ni religión trato de aprovechar cualquier destello de luz de razón y conciencia dentro de los enunciados como los que podrán encontrar a continuación contados de tan hermosa y poética forma, sin duda un canto a nuestro interior.



Haz vibrar la nota! El canto que nació allá lejos donde macula alguna del mundo jamás pudo llegar. En las cavernas de las montañas y en los claros de las frondosas selvas, cuya calma ningún ansia de lujuria o fama atreviese jamás a turbar. Allí donde fluía la corriente de sabiduría, verdad y dicha que las sigue. Eleva esa nota! Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Disipa la oscuridad. El fuego fatuo que lleva con luz parpadeante a añadir sombras sobre sombras. Extingue para siempre esta sed de vida que arrastra el alma de muerte a nacimiento, de nacimiento a muerte. Conquista todo a aquel que conquista el yo. Sabe esto y no te rindas nunca. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Quien siembra recoje –dicen- y la causa traerá el seguro efecto; lo bueno, bueno, lo malo, malo y nadie escapa a la ley. Demasiado cierto, pero más a lla de la ley está el atman siempre libre. Sabe que tu eres aquello. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Ignoran la verdad quienes sueñan sueños tan vacios como padre, madre, hijos, esposa y amigo. El yo supremo sin sexo! De quien es padre, de quien hijo? De quien amigo, de quien enemigo es el que es solo uno? El yo supremo es todo en todos, nadie más existe, y sabe que tu eres aquello. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Solo hay uno, el conocedor, el yo supremo, sin nombre, sexo o mancha. En él esta maya soñando todo este sueño. Él, el testigo, aparece como naturaleza y alma. Sabe que tu eres aquello. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Donde buscas tu? Es libertad amigo? Ni este mundo ni aquel pueden darla. Vana es tu búsqueda en libros y templos. Es sola tuya la mano que sujeta la cuerda que te arrastra. Cesa entonces tu lamento. Suelta la cuerda. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Di: paz a todos. De mi no haya peligro alguno para ninguna cosa viviente. En quellos que se moran en lo alto, en aquellos que se arrastran por el suelo, yo soy el yo supremo en todo. Renuncio a toda vida aquí y mas alla; a todos los cielos e infiernos, a todas las esperanzas y temores. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

No te importe mas como este cuerpo vive o se va. Su tarea ya está hecha. Deja que karma lo arrastre en su corriente; que uno le ponga guirnaldas y otro patee esta figura. Nada digas., no puede haber elogio o vituperio allí donde el que alaba y el alabado son uno, y donde el calumniador y el calumniado son el mismo yo. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

La verdad nunca llega allí donde residen la lujuria, la fama o la codicia de lucro. Ningún hombre que piense en una mujer como esposa puede ser perfecto, ni aquel que posee la más mínima cosa, ni aquel a quien encadena la ira. Así que abandona todo eso. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

No tengas hogar! Que hogar puede contenerte amigo? El cielo tú techo, el césped tu lecho y alimento aquel que triga el azar bien o mal cocido. No lo juzgues; ni comida ni bebida alguna pueden mancillar aquel noble Yo supremo que se conoce a sí mismo. Como rio impetuoso y libre, se siempre tu. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Tan solo pocos conocen la verdad. Los demás te despreciaran y se reiran de ti, ¡oh grande!. No les prestes atención. Ve tú, el libre, de lugar en lugar y ayúdalos a salir de la oscuridad, del velo de maya. Sin miedo al dolor y sin buscar placer, trasciéndelos ambos. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.


Asi dia tras dia hasta que extinguido el poder del karma, libere el alma para siempre. No hay más nacer; no hay mas morir, ni yo, ni tú, ni Dios. El yo se ha vuelto el todo y es dicha absoluta. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.

Por: Swami Vivekananda

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