Buscando entre mis archivos por material para publicar, encontré este escrito de Swami Vivekananda, un hermoso poema del ser y la realidad. Mi inevitable atracción por el estudio y el conocimiento de las culturas milenarias y su sabiduría es bien conocido por quienes me rodean, y pese a no pertenecer yo a ningún movimiento, secta, ni religión trato de aprovechar cualquier destello de luz de razón y conciencia dentro de los enunciados como los que podrán encontrar a continuación contados de tan hermosa y poética forma, sin duda un canto a nuestro interior.
Haz vibrar la nota! El canto que nació allá lejos donde macula alguna
del mundo jamás pudo llegar. En las cavernas de las montañas y en los claros de
las frondosas selvas, cuya calma ningún ansia de lujuria o fama atreviese jamás
a turbar. Allí donde fluía la corriente de sabiduría, verdad y dicha que las
sigue. Eleva esa nota! Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Disipa la oscuridad. El fuego fatuo que lleva con luz parpadeante a
añadir sombras sobre sombras. Extingue para siempre esta sed de vida que
arrastra el alma de muerte a nacimiento, de nacimiento a muerte. Conquista todo
a aquel que conquista el yo. Sabe esto y no te rindas nunca. Sanyasin valiente,
di: “om , tat, sat, om”.
Quien siembra recoje –dicen- y la causa traerá el seguro efecto; lo
bueno, bueno, lo malo, malo y nadie escapa a la ley. Demasiado cierto, pero más
a lla de la ley está el atman siempre libre. Sabe que tu eres aquello. Sanyasin
valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Ignoran la verdad quienes sueñan sueños tan vacios como padre, madre,
hijos, esposa y amigo. El yo supremo sin sexo! De quien es padre, de quien
hijo? De quien amigo, de quien enemigo es el que es solo uno? El yo supremo es
todo en todos, nadie más existe, y sabe que tu eres aquello. Sanyasin valiente,
di: “om , tat, sat, om”.
Solo hay uno, el conocedor, el yo supremo, sin nombre, sexo o mancha. En
él esta maya soñando todo este sueño. Él, el testigo, aparece como naturaleza y
alma. Sabe que tu eres aquello. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Donde buscas tu? Es libertad amigo? Ni este mundo ni aquel pueden darla.
Vana es tu búsqueda en libros y templos. Es sola tuya la mano que sujeta la
cuerda que te arrastra. Cesa entonces tu lamento. Suelta la cuerda. Sanyasin
valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Di: paz a todos. De mi no haya peligro alguno para ninguna cosa
viviente. En quellos que se moran en lo alto, en aquellos que se arrastran por
el suelo, yo soy el yo supremo en todo. Renuncio a toda vida aquí y mas alla; a
todos los cielos e infiernos, a todas las esperanzas y temores. Sanyasin
valiente, di: “om , tat, sat, om”.
No te importe mas como este cuerpo vive o se va. Su tarea ya está hecha.
Deja que karma lo arrastre en su corriente; que uno le ponga guirnaldas y otro
patee esta figura. Nada digas., no puede haber elogio o vituperio allí donde el
que alaba y el alabado son uno, y donde el calumniador y el calumniado son el
mismo yo. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.
La verdad nunca llega allí donde residen la lujuria, la fama o la
codicia de lucro. Ningún hombre que piense en una mujer como esposa puede ser
perfecto, ni aquel que posee la más mínima cosa, ni aquel a quien encadena la
ira. Así que abandona todo eso. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.
No tengas hogar! Que hogar puede contenerte amigo? El cielo tú techo, el
césped tu lecho y alimento aquel que triga el azar bien o mal cocido. No lo
juzgues; ni comida ni bebida alguna pueden mancillar aquel noble Yo supremo que
se conoce a sí mismo. Como rio impetuoso y libre, se siempre tu. Sanyasin
valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Tan solo pocos conocen la verdad. Los demás te despreciaran y se reiran
de ti, ¡oh grande!. No les prestes atención. Ve tú, el libre, de lugar en lugar
y ayúdalos a salir de la oscuridad, del velo de maya. Sin miedo al dolor y sin
buscar placer, trasciéndelos ambos. Sanyasin valiente, di: “om , tat, sat, om”.
Asi dia tras dia hasta que extinguido el poder del karma, libere el alma
para siempre. No hay más nacer; no hay mas morir, ni yo, ni tú, ni Dios. El yo
se ha vuelto el todo y es dicha absoluta. Sanyasin valiente, di: “om , tat,
sat, om”.
Por: Swami Vivekananda
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