martes, 13 de agosto de 2013

Suscritos a las sombras

"Shadows" by haur


Enterrados en silencio aun entre tanto ruido, tan callados aun en el altísimo y casi agónico grito desesperado, se encuentran ciertos hombres. Sus pupilas reaccionan con más fuerza ante la luz que vive dentro y está ausente, sus corazones llevan un sencillo y monótono compas de corcheas, el piano es su instrumento predilecto, las letras son sus voces plasmadas y sus miradas como puestas en una galaxia, incesantemente adornan sus rostros de las pesadillas más profundas y caóticas. 
  
Son la calma, en realidad, el ojo de la tormenta, el contratiempo a punto de llegar a la cifra cero y estallar en melodías de odio mezclado con un confuso amor. Huelen bien casi siempre estos hombres, entre caballero que se baña en sus secreciones y bestia que se perfuma de flores y almizcles cualquiera. 

 Sus pies tienen callos, son grandes caminadores, aun cuando salen siempre sin destino claro y llegan lejos. Sus zapatos, a veces, elegidos por algo descontextualizado, incomoda para recordarle volver a descansar esos extremos lejanos  unidos a su cabeza en guerra; si, esos sin fines de batallas libradas en sus travesías, desde intentar repeler el olor de la comida de la calle, esa grasa carbonizada evaporándose de las ventas ambulantes, evitar la cara de aquel viejo mirando con lujuria la bella dama que pasa meneando sus caderas fértiles, escapar del perro que lo mira sin ladrar con cierta incógnita, obviar el ciego que ríe levemente mientras camina en el tumulto aun con su desgracia, el ave de carroña que se ve a lo lejos detrás de algún aroma a muerto, todas esas son batallas, en las que no lucha este hombre, es porque solo aprieta sus manos con cierto desprecio que al final se convierte en total desdén. 

 Pasa una ambulancia, el ruido de la tragedia humana, un ruido que nunca suena por un bello caballo maltratado, por el perro atropellado o al ave que le han arrebatado su vuelo y lo han secuestrado. Que la naturaleza no tiene tragedia?
  
A estos hombres les apasiona al arte, son un escape, el mundo de aquel inteligente loco que plasmo en pintura, sonidos o imágenes unos momentos y pensamientos ajenos y cuya interpretación dista de la propia. Qué bello es; igual piensan… 

 Ellos disfrutan de una buena exposición, de una buena sonata, de aquel cartel publicitario con gran trabajo fotográfico, pero que los demás solo le ven las tetas a la modelo, y no las luces y el esfuerzo de ese pequeño artista mal pagado; a veces se regocijan con un buen y viejo blues, maldiciendo entre leves risas no estar en los 60’s, aun cuando detestan los hippies.
  
Ese tipo de hombre, por su condición, termina siempre de un lado o en el otro, entre el ascetismo o el vicio, casi siempre en el primero, porque aunque vocifere sin pudor y con un millón de sinónimos los desprecios, maldiciones y groserías que siente por el mundo termina siendo un humano con una ética que él no comprende, que el mundo no comprende.
  
Aman la oscuridad, perdieron el miedo por ese otro lado de su ser, por eso magnifico que ha estado sepultado por la tierra seca del dogma y la moral. Lo místico es su pasión favorita aun en su gran escepticismo. Las estrellas como el amor distan a años luz de su mano, aun cuando reposan su silueta en sus ojos entristecidos por los años. Sin embargo están llenos de esperanzas absurdas de revoluciones y eso mantiene vivo su condenado espíritu amarrado a vivir entre este desierto de escasos, escasísimos oasis. 
  
Son sedentarios en tierras oscuras, abandonados de toda piel, viven para sí, y la melancolía es una palabra tatuada en su alma, o lo que queda de ella. Le encanta el silencio, le parece la muerte, le canta a todo pulmón con imágenes quietas y lo ínsita a prenderle fuego a la conciencia. Es un tentador, un donador de cuerpos a las tumbas. Un aliado de la parca que al final terminan dándole la mano eternamente entre el negro total, entre la falta absoluta de pensamiento o realidad. 

 Dios para estos hombres, murió cuando perdieron  su fe ya sea por la razón del pensamiento, o cuando sus rodillas se rasparon día tras día en suplicas de lo que nunca fue, y al final, antes de mandarlo a comer mierda literalmente con su voz entre cortada, respiraron profundo porque abandonaban su ultimo confidente.

 A estos hombres las putas les ríen con cierto gusto, no por plata o contrato social. Son siempre bien recibidos en cuanto lugar llegan, sus sonrisas leves y sinceras con cierta nostalgia hace efecto espejo es su especie. Pero hay de su odio desparramado por su ojos y sus manos fuertes!!!, ahuyentan cualquier espíritu y al mismo Satán. Son mares siempre en calma, pero su rabia es una ola que golpea velozmente sin avisar, desintegrando todo a su paso.
  
Miseria ven por doquier, más no les da lástima por el dolor, el sufrimiento ajeno, su mente siempre reposa en ocasos, ríos y verdes prados que en las noches tienen su propia voz y movimiento cantando  mantras a las constelaciones. Oh! Si! La noche, su estado favorito, la calma le recuerda a sí mismo, un reflejo de su alma en ocasiones.
  
Ama el hecho de no ver el dios sol y no recordarse todo lo que él implica tan necesariamente. Le gusta el frio, no por la sensación sino por cómo actúan los otros. En el calor, el sudor, la bebida, se despiertan ánimos festivos que no van con él. Prefiere lugares como Londres, Bogotá o Moscú; la luna si se pudiera!!!

 Ah! Que maravilloso seria para un escritor estar allá… si la luna ha inspirado tan bellas canciones y tan indescifrables poemas de estética refinada, no imaginan estos hombres lo inspirador que sería ver la tierra… imaginar todo lo que yace allá en el distante planeta tan lleno, mientras la árida luna es su única frontera.
  
Estos hombres, son suscritos a las sombras, al arte, a la soledad, a la oscuridad que ronda sus cuellos seduciéndolos lentamente cada día. Son amantes de la sangre y el vino. Son criaturas que no se adaptan porque nacieron en un tiempo que no era el correcto para sus mentes; son ángeles de muerte expulsados de un santuario a observar el hombre y su decadencia. Vinieron a ver al hombre caerse por sí mismo, tropezado por su ego, y su ignorancia. La tierra los comerá junto con estos hombres, sin misericordia ni previo aviso. Los asimilara como alimento, un abono más de proteína a su nutritiva tierra que hará germinar de nuevo sus cabellos verdes. 
  
Suscritos a las sombras, enterrados en sí mismos, con ojos de águila y  garras de metal mientras los otros tan solo son presas hambrientas dejándose ver y listas para ser ingeridas. Son alimento de dioses de la tierra, de las grandes bestias enjauladas, del mítico monstruo que no solo come  por hambre, sino porque es su arte!!!. 


Así son estos hombres.

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Juan Salazar.
Viernes, 11 de Febrero de 2011

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